La Subsecretaría de Ambiente porteña, junto al Club de Reparadores, lanzó “Reparar es Circular”, una iniciativa que promueve el consumo responsable y la reducción de residuos a través de talleres gratuitos para recuperar electrodomésticos, ropa, libros y bicicletas.

En una época donde lo descartable parece ser la norma, una camioneta recorre los barrios de Buenos Aires con una propuesta concreta y transformadora: enseñar a reparar. Se trata del Repara Móvil, la herramienta central del programa Reparar es Circular, impulsado por la Subsecretaría de Ambiente en el marco de la Estrategia de Economía Circular. Como periodista de Retiroweb, lo viví de cerca y descubrí que detrás de cada arreglo hay una historia, una elección y una apuesta por un futuro más sustentable.

“Con cada objeto que reparamos estamos evitando que termine en la basura, pero también recuperamos saberes, oficios y vínculos comunitarios. Reparar es Circular es mucho más que arreglar cosas: es construir una nueva cultura de consumo”, nos explicó Florencia Gómez, técnica del equipo ambiental, durante uno de los talleres abiertos en Plaza Lavalle.

El programa fue diseñado con el objetivo de instalar la reparación como un hábito cotidiano, accesible y colaborativo, en contraposición al consumo inmediato y al descarte innecesario. Su pieza clave es el Repara Móvil, una camioneta equipada con herramientas, insumos y voluntarios capacitados que se desplaza por distintas comunas para brindar talleres gratuitos a vecinos y vecinas.

¿Qué se puede reparar en el Repara Móvil?

  • Pequeños electrodomésticos y electrónicos: cafeteras, licuadoras, planchas, celulares, auriculares, cables, pavas eléctricas, secadores de pelo, cargadores, etc.

  • Textiles y ropa: prendas dañadas, cierres, botones, costuras, roturas.

  • Libros y cuadernos: encuadernación, tapas sueltas, hojas despegadas.

  • Bicicletas: ajustes simples, frenos, cambios, inflado de ruedas.

Los encuentros son abiertos y no hace falta tener conocimientos previos. La idea es aprender de forma práctica, intercambiar saberes con los técnicos y con otros vecinos, y volver a casa con ese objeto que parecía inservible funcionando otra vez. Todo con el objetivo de reducir residuos, ahorrar recursos naturales y extender la vida útil de lo que ya tenemos.

Algunas claves del programa:

  • Articulación con el Club de Reparadores, red ciudadana que promueve la cultura de la reparación desde 2015.

  • Fortalecimiento del oficio reparador como salida laboral, a través de alianzas con emprendedores y técnicos independientes.

  • Activación del pensamiento circular, en sintonía con la Estrategia de Economía Circular de la Ciudad, que promueve el uso eficiente de los recursos y la minimización del descarte.

Desde el Gobierno porteño explican que “cada taller es también un espacio de sensibilización sobre el impacto ambiental de nuestros hábitos de consumo. Enseñar a reparar es educar para una ciudad más consciente”.

Como cronista de Retiroweb, pude ver cómo un simple cable arreglado con paciencia, una rueda de bicicleta ajustada o una remera con nuevo botón despiertan algo más que utilidad: despiertan conciencia. Detrás de cada arreglo hay una decisión de frenar el ritmo del descarte y apostar por una economía que pone en valor lo existente, lo reparable, lo humano.

Reparar es un acto pequeño, pero potente. Y en Buenos Aires, gracias a esta iniciativa, cada arreglo es también un gesto de compromiso con el ambiente, con los oficios y con una ciudad que empieza a mirar su basura de otra manera.