Construido como un regalo de bodas, este palacio convertido en hotel de lujo esconde entre sus muros un testimonio exquisito de la Belle Époque porteña.

Detrás del vidrio impecable del Hotel Four Seasons, en plena Recoleta, sobrevive una joya arquitectónica que pocos reconocen a simple vista. El Palacio Álzaga Unzué, nacido del amor entre una pareja de la alta sociedad, hoy deslumbra como “La Mansión”, fusionando historia y elegancia con un aura de nostalgia refinada.

“Todo en este lugar fue concebido para deslumbrar, desde su cúpula hasta el más mínimo detalle del mármol”, me dice el conserje mientras caminamos por el hall con arañas de cristal. No exagera: lo que fue una residencia privada es ahora una joya de la hotelería internacional, pero conserva la calidez íntima de su origen.

Como cronista de Retiroweb, me propongo atravesar no solo las puertas de un edificio señorial, sino también las capas del tiempo. El Palacio Álzaga Unzué fue construido por Félix Álzaga Unzué como regalo de bodas para su esposa Elena Peña. Un gesto descomunal de amor y estatus en la Buenos Aires de comienzos del siglo XX, cuando la ciudad quería parecerse —y hasta superar— a París.

  • El proyecto fue encargado al arquitecto Roberto Prentice, quien lo diseñó en un sobrio y suntuoso estilo academicista francés, inspirado en los grandes palacetes del siglo XIX.

  • La obra se terminó en 1919, en medio del auge de la aristocracia porteña y con materiales traídos desde Europa, desde mármoles hasta herrajes y boiseries.

  • Tenía 27 habitaciones, jardines privados, techos altos y salones decorados con tapices, arañas de cristal de Baccarat y mobiliario estilo Luis XV.

  • Fue residencia de los Álzaga Unzué hasta mediados del siglo XX, cuando el ritmo urbano empezó a transformarse y muchas familias aristocráticas comenzaron a desprenderse de estas propiedades.

Desde 2001, esta mansión se convirtió en parte del Hotel Four Seasons, que la restauró con respeto y precisión histórica. El contraste entre la torre moderna del hotel y esta residencia de otro tiempo no choca: dialoga. La Mansión aloja hoy suites exclusivas, eventos privados y banquetes con chefs de renombre, pero también mantiene detalles que parecen detenidos en el tiempo, como el ascensor original con rejas de hierro forjado.

“Hay huéspedes que se emocionan al entrar, aunque no sepan toda la historia. Es como si el lugar hablara solo”, me comenta una guía del hotel. Y es cierto: uno siente que cada rincón murmura algo, desde las escaleras de mármol hasta los retratos que cuelgan en las paredes.

Incluso se comenta, entre empleados y visitantes frecuentes, que una figura femenina vestida de blanco se aparece en el salón principal durante las noches. ¿Será Elena, agradecida por semejante obsequio, recorriendo su mansión eterna?

Cada vez que paso frente al Palacio Álzaga Unzué, no veo solo un edificio: veo un acto de amor convertido en piedra, madera tallada y elegancia perpetua. Es un testimonio de una época que ya no está, pero que sigue respirando entre cortinados y candelabros.

Retiroweb recorre la historia del Palacio Álzaga Unzué, un legado de amor que hoy funciona como La Mansión del Hotel Four Seasons, combinando lujo contemporáneo con la riqueza de su pasado aristocrático. Lo más atractivo para el lector es ese contraste armonioso entre el ayer y el hoy, donde dormir en una habitación puede ser también viajar al corazón de una historia romántica y monumental.