Entre esculturas de bronce, granito sueco y la memoria de las gestas independentistas, el Monumento al General San Martín y a los Ejércitos de la Independencia se impone como un testimonio imponente del legado patriota en la plaza que lleva su nombre, en el barrio de Retiro.
Inaugurado en 1862, fue el primer monumento ecuestre de la Ciudad de Buenos Aires y aún hoy sigue siendo uno de los más impactantes. El homenaje al Libertador y a los ejércitos que forjaron la independencia de Argentina, Chile y Perú se alza imponente en Plaza San Martín, entre árboles centenarios, turistas curiosos y vecinos que conviven a diario con esta joya escultórica.
“Lo paso a diario y nunca dejo de mirarlo. Es mucho más que una estatua: es una parte viva de nuestra historia”, me confiesa Oscar, un vecino de la zona que se toma un café frente al monumento. “Uno se acostumbra, pero cada tanto vuelvo a leer las placas y mirar los relieves… y se me pone la piel de gallina”.
El Monumento al General San Martín y a los Ejércitos de la Independencia es una de las obras más emblemáticas del paisaje urbano porteño. Su inauguración, en 1862, marcó un antes y un después en el arte público local: fue la primera escultura ecuestre de la ciudad y también una de las primeras en rendir homenaje con tanta contundencia visual a un prócer nacional.
La obra fue creada por el escultor francés Louis Daumás, y desde su origen despertó admiración. Pero fue recién en 1910, en el marco de los festejos por el Centenario de la Revolución de Mayo, cuando adquirió su forma definitiva. Aquel año, con el objetivo de embellecer y ampliar el monumento, se sumó el trabajo del artista alemán Gustav Eberlein, quien fue el encargado de diseñar el impresionante basamento de granito sueco y las esculturas complementarias en bronce fundido, un material que resiste el paso del tiempo sin perder fuerza expresiva.
Hoy, el monumento no solo representa a San Martín como figura individual, sino que es un recorrido visual por las luchas independentistas sudamericanas. Entre sus elementos más destacados se encuentran:
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Cuatro grupos escultóricos ubicados en sus extremos:
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La partida
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La batalla
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La gloria
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El regreso
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En el frente del basamento, se destaca la figura de Marte, el dios romano de la guerra, como símbolo del coraje y la estrategia en el combate.
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A los costados del pedestal, bajo relieves narran escenas de las campañas en Argentina, Chile y Perú, en un relato épico de bronce silencioso que se lee con la vista.
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Emblemas patrios, placas conmemorativas y detalles cuidadosamente fundidos en bronce completan el conjunto, haciendo de esta obra un punto de encuentro entre arte, memoria y patriotismo.
Este espacio no es solo una postal turística: es también un lugar de referencia simbólica para actos oficiales, fechas patrias, ceremonias militares y recorridos escolares. Es, literalmente, un pedazo de historia nacional plantado en pleno Retiro.
Como periodista de Retiroweb, me tomé el tiempo de recorrerlo con detenimiento. Observé cómo los niños jugaban cerca sin saber quizás la profundidad de lo que los rodea, cómo los turistas se detenían a tomar fotos y preguntar quién fue ese hombre que “cruzó los Andes” y cómo, aún en una ciudad en constante transformación, este monumento resiste y se resignifica.
San Martín sigue ahí, sobre su caballo, señalando el horizonte, guiando no solo ejércitos sino generaciones enteras. Y nosotros, ciudadanos de a pie, seguimos aprendiendo de su ejemplo, aunque sea con una mirada breve al pasar. Porque la historia, cuando está bien contada en piedra y bronce, nunca deja de hablar.