Frente a la estación Retiro, un imponente tótem de madera tallada vigila silencioso desde hace más de medio siglo. Con historia, simbolismo y espíritu ancestral, representa la unión entre Argentina y Canadá y fue restaurado para recuperar su esplendor original.

En el vértice donde miles de personas transitan a diario, entre trenes, colectivos y bocinas, hay una presencia que no grita, pero que impone respeto. Se trata del Tótem de Plaza Canadá, una obra monumental de 21 metros de altura que lleva más de 60 años siendo parte del paisaje de Retiro y que pocos conocen en profundidad. Desde Retiroweb me propuse redescubrir su historia, una que conecta Buenos Aires con la cultura indígena canadiense y que nos recuerda que también en el concreto hay lugar para la memoria y el arte.

“El tótem representa la amistad entre pueblos y la importancia de honrar las raíces”, me dijo hace un tiempo un guía cultural frente a la Plaza Canadá, cuando aún estaba en restauración. Y esa frase se me quedó grabada. Porque no es solo un poste tallado: es una narrativa ancestral hecha escultura. Es también, un símbolo de agradecimiento, identidad y respeto mutuo entre dos países.

La Plaza Canadá, ubicada estratégicamente frente a la Estación Retiro, lleva ese nombre desde la década del 60 por decisión del entonces gobierno municipal porteño. El motivo: rendir homenaje al vínculo con Canadá y al embajador canadiense de la época, quien propuso donar un tótem indígena para emplazar en la plaza.

Este gesto se materializó en 1964, cuando llegó al puerto de Buenos Aires un tótem tallado en cedro rojo, madera típica del noroeste canadiense, y se lo instaló definitivamente el 6 de marzo de ese año. La pieza fue realizada por artistas del pueblo Kwakiutl (también conocido como Kwakwaka’wakw), originarios de la costa del Pacífico en la actual Columbia Británica.

La estructura, de 21 metros de altura, está cargada de simbolismo y figuras mitológicas, todas talladas en un único poste. De arriba hacia abajo, podemos identificar:

  • El Águila, símbolo de sabiduría y visión.

  • El león marino, guardián del equilibrio natural.

  • La nutria marina, asociada al juego y la curiosidad.

  • La ballena, símbolo de fuerza y familia.

  • El castor, figura de la construcción y el trabajo.

  • El ave caníbal, protectora temida de poderes sobrenaturales.

  • El hombre, que conecta el mundo terrenal con lo espiritual.

En febrero de 2008, y debido a su estado de deterioro, el tótem fue retirado cuidadosamente para iniciar un proceso de restauración integral, según explicó en su momento el entonces Ministro de Cultura de la Ciudad, Ing. Hernán Lombardi. El trabajo fue llevado a cabo por especialistas en conservación de madera y arte indígena, con el objetivo de preservar tanto su estructura física como su valor simbólico.

La restauración no fue un detalle menor. La pieza había soportado más de 40 años a la intemperie, y su base mostraba signos preocupantes de desgaste. El proyecto no solo contempló la reparación estética, sino también el refuerzo estructural y la recuperación de los pigmentos originales utilizados por los artistas kwakiutl. Hoy, el tótem se mantiene erguido como una figura majestuosa y resistente, capaz de seguir contando su historia a quienes quieran detenerse y mirar hacia arriba.