La Plazoleta Melchor P. de Holguín, ubicada en Nueva Pompeya, fue renovada por completo. De espacio abandonado a patio de juegos moderno, se convirtió en un verdadero pulmón de alegría, seguro e inclusivo para las infancias de la zona.
Caminando por la Avenida Francisco Fernández de la Cruz al 1400, una explosión de colores me hizo girar la vista. Donde antes veía un rincón deteriorado y gris, hoy me encontré con una plazoleta viva, repleta de risas, niños corriendo y familias compartiendo la tarde. Así conocí la renovada Plazoleta Melchor P. de Holguín, un pequeño pero poderoso símbolo de recuperación urbana y social en el barrio de Nueva Pompeya.
“Este lugar estaba completamente abandonado. Era triste pasar por acá”, me dijo Clara, una mamá de la Escuela Primaria N° 22, que queda justo a metros del lugar. “Ahora mis hijos vienen todos los días después de clases. Es un cambio increíble”. Y su entusiasmo no es aislado: en apenas semanas, la plazoleta se convirtió en un nuevo punto de encuentro para vecinos y vecinas.
De abandono a transformación
Hasta hace poco, la realidad de este espacio era desalentadora:
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Juegos infantiles rotos o inexistentes.
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Veredas rotas y mobiliario urbano ausente.
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Inseguridad por la cercanía con las vías del tren Belgrano Sur.
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Escaso uso por parte de la comunidad, con presencia frecuente de personas en situación de calle.
Frente a este escenario, el Gobierno de la Ciudad impulsó una obra de renovación integral. Si bien se mantuvo la superficie original de 263 m², todo fue rediseñado para mejorar su funcionalidad, seguridad y atractivo.
Entre los cambios más relevantes se destacan:
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Instalación de nuevas estructuras lúdicas seguras, destinadas a chicos a partir de los 6 años.
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Colocación de un piso de caucho temático, con diseño de mariposas, pensado para estimular el juego libre y el desarrollo motriz.
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Incorporación de un cierre perimetral metálico, que mejora la seguridad y evita accesos no deseados.
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Bolardos de seguridad sobre la calle Lanza, que impiden el ingreso de vehículos y protegen el tránsito peatonal.
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Nuevos bancos, cestos y sectores verdes reacondicionados para el disfrute familiar.
Según datos de la Comuna 4, la afluencia de familias aumentó más del 60% desde la reapertura. Además, docentes de la Escuela N° 22 ya comenzaron a utilizar el espacio como extensión recreativa de sus actividades escolares.
Lo que más me llamó la atención fue cómo el rediseño priorizó no solo la seguridad, sino también la estimulación creativa: los colores vivos, las formas del suelo y las estructuras generan recorridos que invitan a jugar, explorar y moverse. Se nota que no fue un diseño improvisado, sino pensado para los chicos, con foco en lo inclusivo y lo comunitario.
Un espacio que vuelve a ser de todos
Desde que empecé a recorrer los barrios porteños para contar historias desde Retiroweb, aprendí que muchas veces la recuperación de un espacio no solo embellece una cuadra: puede cambiarle la vida a una comunidad entera. Y este es uno de esos casos.
Porque lo que sucedió en la Plazoleta Melchor P. de Holguín no es solo una obra pública. Es la recuperación del derecho al juego, a la seguridad y al encuentro. Es devolverles a los chicos del barrio un lugar donde puedan ser, simplemente, niños. Y a los adultos, un recordatorio de que los espacios compartidos pueden y deben ser motores de comunidad.