Silencioso, solemne y cargado de memoria, el Cenotafio a los Caídos en la Guerra de Malvinas mantiene viva la llama del honor y el respeto por los 649 argentinos que dieron su vida por la patria.
Caminar por Plaza San Martín y detenerse frente al Cenotafio a los Caídos en Malvinas no es un simple acto turístico. Es enfrentarse al eco de una historia dolorosa y a la firme presencia de la memoria. Inaugurado en 1990, este monumento conmueve por su sobriedad y por la fuerza simbólica que emana de cada nombre grabado en piedra.
“Este monumento no es solo un lugar de recuerdo, es un espacio de encuentro con nuestra historia, con nuestros errores, con nuestro orgullo y con nuestros héroes”, me confiesa un veterano mientras observamos juntos la lámpara votiva que nunca se apaga.
Desde Retiroweb me acerco, una vez más, al imponente Cenotafio emplazado sobre la calle Santa Fe, en la ladera de la Plaza San Martín. Me detengo frente a las 25 placas de mármol oscuro que reflejan, en cada una de sus letras, los nombres de los 649 argentinos caídos en la Guerra de Malvinas. En la parte superior, una silueta grabada de las islas nos recuerda el motivo por el que fueron allí: defender nuestra soberanía.
Un elemento central del monumento es la lámpara votiva permanentemente encendida, símbolo de la vida que no se apaga, del recuerdo que persiste y de la llama del honor que sigue ardiendo. A sus pies, los escudos de las 23 provincias, el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el escudo nacional abrazan simbólicamente a cada uno de los combatientes, dejando claro que fueron enviados por toda la patria, no por una sola región.
El Cenotafio es custodiado cada día, de 8 a 20 horas, por efectivos de las tres fuerzas armadas —Ejército, Armada y Fuerza Aérea— que se relevan en turnos con ceremonias de cambio de guardia cada dos horas. Ese momento, de solemne rigidez y profundo respeto, convoca a vecinos, turistas, excombatientes y curiosos por igual. No hay palabras, pero todos entienden lo que se honra allí.
• Inaugurado en 1990 por el entonces presidente Carlos Menem, el monumento fue pensado como un sitio permanente de homenaje en suelo continental.
• Se eligió Plaza San Martín por su cercanía al Edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa, y por su valor histórico como plaza militar.
• La Guerra de Malvinas comenzó el 2 de abril de 1982 y finalizó el 14 de junio del mismo año, tras 74 días de conflicto.
• El número de fallecidos argentinos asciende a 649, en su mayoría jóvenes soldados conscriptos.
Converso con una mujer que pasa todos los días por allí, y me dice sin dudar: “No hay forma de no detenerse. Cada vez que paso, leo un nombre. Me hace sentir que no están olvidados”. Y tiene razón. Porque el monumento no está solo: vive en la mirada de quienes lo visitan, en el andar firme de los custodios, en el murmullo de las oraciones que aún se rezan en silencio.
Cada nombre grabado es una historia, un hijo, un hermano, un padre, un amigo. Este espacio los unifica, los reivindica y los recuerda con dignidad. No hay estridencias, solo el sonido de los pasos y la brisa que recorre la plaza, cargada de respeto.
Desde Retiroweb, como periodista y ciudadano, me retiro del lugar con una certeza: el Cenotafio a los Caídos en Malvinas no es un sitio del pasado. Es un lugar donde el presente honra con humildad y verdad a quienes no regresaron. Que su llama siga encendida siempre, como lo está hoy en el corazón de todos nosotros.