Entre avenidas agitadas y oficinas que corren contra el reloj, descubrí un edificio que parece detenido en el tiempo y que, sin proponérselo, redefine la identidad del barrio.

Apenas crucé la esquina donde se alza el Palacio Haedo, en pleno Retiro, sentí que el ruido porteño quedaba suspendido: su fachada neogótica francesa, inaugurada en 1880 y diseñada por los arquitectos Passeron y Brizuela para la familia Haedo, conserva una elegancia tan precisa que obliga a mirarla dos veces. No es solo un edificio antiguo; es un testigo silencioso que sigue marcando presencia mientras la ciudad cambia a su alrededor. ✨

“Si uno se detiene a observar, el palacio cuenta su propia historia sin necesidad de guías ni folletos”, me confió un empleado de la Administración de Parques Nacionales, organismo que hoy funciona en su interior, mientras señalaba orgulloso el ascensor Otis más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires.

En mi recorrida para Retiroweb, traté de captar lo que vuelve al Palacio Haedo un ícono tan particular dentro del tejido urbano.

  • Una obra del siglo XIX que sigue en pie: proyectado para la prestigiosa familia Haedo, el edificio se inauguró en 1880, cuando la Ciudad aún estaba definiendo su nueva identidad arquitectónica post federalización.

  • Estética neogótica francesa: paredes altas, detalles ornamentales, ventanales estilizados y ese aire europeo que parecía querer instalar en Buenos Aires una atmósfera de cuento medieval.

  • Una joya técnica escondida: en su interior se conserva el ascensor Otis más antiguo de la ciudad, una pieza que no solo sorprende por su vigencia, sino por el trabajo artesanal que aún se puede apreciar en cada uno de sus mecanismos. 🛗

  • Actualidad con memoria: desde hace décadas, el palacio es sede de la Administración de Parques Nacionales. Allí se toman decisiones que afectan —para bien— a miles de hectáreas protegidas del país. El contraste es llamativo: un edificio histórico que resguarda el futuro de nuestras áreas naturales.

  • Un refugio visual para quienes pasan: durante mi visita observé cómo turistas, oficinistas y vecinos frenaban, aunque sea unos segundos, para sacar una foto o simplemente mirar hacia arriba.

  • El palacio como símbolo del barrio: Retiro, conocido por su movimiento constante, encuentra en esta construcción un ancla histórica que convive a la perfección con la modernidad de los alrededores. Es un recordatorio de que la ciudad es más rica cuando respeta sus capas de tiempo.

Mientras recorría sus pasillos, me sorprendió cómo cada rincón del Palacio Haedo mantiene un equilibrio entre lo antiguo y lo institucional. Hay algo casi cinematográfico en subir ese ascensor centenario, caminar por sus pisos brillantes y luego asomarse a una ventana que da a una Buenos Aires completamente distinta a la que lo vio nacer. 🌆

El Palacio Haedo es, para mí, una cápsula de historia en pleno Retiro, un recordatorio de que aún quedan rincones capaces de sorprender incluso a quienes caminamos estas calles todos los días. ✨