En un operativo que combinó acción judicial, presencia policial y asistencia social, la Ciudad de Buenos Aires desalojó la vieja Galería Nueva Pompeya, un edificio tomado durante dos décadas que se había convertido en un foco de inseguridad y denuncias vecinales.
“La usurpación genera inseguridad y desorden, y los porteños merecen vivir con seguridad y tranquilidad. Tenemos que cuidar a la gente que está dentro de la ley”, me dijo el jefe de Gobierno, Jorge Macri, tras supervisar el operativo en Pompeya. Su frase resonó fuerte entre los vecinos que observaban, con alivio, cómo un edificio abandonado durante 20 años empezaba a tener otro destino.
El desalojo fue ordenado por la Fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas N° 35, a cargo de Celsa Ramírez, y ejecutado este jueves con un amplio despliegue de fuerzas. La Galería Nueva Pompeya, ubicada en el corazón comercial del barrio, había sido tomada hace dos décadas y se había transformado en un punto crítico por su deterioro y los delitos que se cometían en su interior.
Locales convertidos en viviendas precarias, colchones apilados entre mercadería falsificada, carros de cartoneros, cables colgando y un fuerte olor a humedad y encierro. Allí convivían familias enteras, pero también había actividades ilegales que la Justicia investiga.
Según confirmaron fuentes oficiales, durante la inspección se constataron delitos de encubrimiento con fines lucrativos, falsificación de marcas, delitos contra la salud pública y evasión tributaria.
La Agencia Gubernamental de Control (AGC) clausuró el lugar por completo tras el desalojo.
🔹 Las cifras que hablan por sí solas:
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477 inmuebles fueron recuperados y devueltos a sus dueños desde el inicio de la actual gestión.
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Entre ellos, se destacan ex hoteles en Flores, Constitución y San Telmo, además de un PH en Villa Crespo y el histórico galpón del mercado frigorífico Canning, en Palermo, que había estado tomado por más de una década.
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En el operativo participaron Policía de la Ciudad, Bomberos, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, la Agencia de Protección Ambiental, Defensa Civil y personal de Emergencias.
Mientras observaba cómo los agentes ayudaban a los ocupantes a retirar sus pertenencias, pensé en esa delgada línea entre la necesidad y la ilegalidad. Muchos de los desalojados se resistían a irse, otros simplemente aceptaban en silencio. Algunos vecinos aplaudían, otros lloraban. Era una postal cruda, pero inevitable.
“Esto era una pesadilla”, me confesó una vecina que vive justo enfrente. “De noche se escuchaban gritos, peleas, y no sabías si iban a entrar a tu casa. Hoy por fin podemos respirar tranquilos”.
La Galería del terror, como la bautizaron, simbolizaba algo más profundo: el abandono, la falta de control y la convivencia forzada entre la marginalidad y la vida cotidiana. Su recuperación representa no solo un cambio físico, sino también un mensaje político: el Estado vuelve a ocupar el lugar que había perdido.
Desde Retiroweb recorrimos la zona después del operativo. El contraste era evidente: persianas levantadas, patrulleros en la puerta, cuadrillas limpiando escombros y vecinos charlando al sol. La postal del miedo daba paso, lentamente, a la de la esperanza.