Con una renovación integral que abarca más de dos kilómetros, la Ciudad pone en marcha una obra clave para modernizar la circulación y reforzar la seguridad peatonal entre Balvanera, San Cristóbal, Boedo y Almagro.
Recorrer la Avenida Independencia ya no será lo mismo. Desde Av. Jujuy hasta Av. La Plata, una intervención urbana de 2,2 kilómetros promete cambiar la forma en que vecinos y visitantes experimentan esta arteria porteña. Más accesible, más verde, y sobre todo, más humana, esta obra impactará directamente en la calidad de vida de quienes transitan por las comunas 3 y 5.
“La puesta en valor de la Avenida Independencia no es solo una cuestión estética o funcional. Es una apuesta a la seguridad, a la inclusión y a la convivencia urbana. Porque las ciudades también se transforman en los detalles”, aseguran desde el Gobierno de la Ciudad.
Desde hace años, quienes viven o circulan por Balvanera, San Cristóbal, Boedo y Almagro identifican a la Avenida Independencia como una arteria vital, pero también congestionada, desordenada y poco amigable para el peatón. La nueva obra de puesta en valor —que se enmarca dentro de un plan más amplio de modernización de las principales avenidas porteñas— llega para revertir esa percepción con acciones concretas.
La intervención contempla:
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Relevamiento de usos existentes: se analizarán paradas de colectivo, ubicación de contenedores, cajones azules y estacionamientos exclusivos.
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Rediseño del espacio público: habrá nuevos canteros, arbolado y bancos para el descanso peatonal.
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Mejoras en la accesibilidad: se ampliarán veredas, se ensancharán esquinas y se sumará iluminación LED enfocada en zonas de cruce.
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Mayor seguridad: la reconfiguración del entorno permitirá reducir la velocidad de los vehículos y priorizar al peatón.
Con una mirada puesta en el equilibrio entre movilidad y convivencia urbana, la obra busca integrar mejor los modos de transporte —colectivo, auto, bicicleta y caminata— en una avenida donde hoy coexisten de forma caótica.
Este proyecto también se apoya en los resultados de obras similares ya realizadas en otras avenidas porteñas como Corrientes, Córdoba y Honorio Pueyrredón, donde los indicadores de tránsito, siniestralidad y satisfacción vecinal mostraron mejoras significativas.
Según fuentes oficiales, las intervenciones de este tipo han reducido en hasta un 40% los accidentes en zonas intervenidas, además de promover un uso más sustentable del espacio público. La puesta en valor de Independencia no será la excepción.
“Estamos convencidos de que una Ciudad más caminable es una Ciudad más vivible. Cada banco nuevo, cada árbol, cada esquina bien iluminada es un mensaje de bienvenida a quienes la habitan”, afirmaron voceros del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana.
Además, esta obra no solo beneficiará a quienes circulan diariamente, sino también al comercio barrial, que verá potenciado su entorno gracias a una avenida más ordenada, limpia y transitable. La mejora paisajística y funcional generará un impacto positivo también en la actividad económica local.
Y como vecino y periodista, me resulta inevitable imaginar los pequeños cambios que esta obra traerá: un abuelo que ahora puede cruzar la calle con más tiempo, una madre que ya no esquiva autos al caminar con el cochecito, un grupo de estudiantes que espera el colectivo en una parada con sombra y luz. Son detalles, sí, pero los detalles hacen ciudad.
La transformación de la Avenida Independencia no solo es una obra de cemento y faroles: es una apuesta al día a día. Y como vecino que camina por estas cuadras, sé que cuando el entorno mejora, también mejoran nuestras ganas de habitarlo. En una ciudad que vive a mil, es bueno saber que, a veces, el cambio empieza por una vereda más ancha y un banco bajo la sombra.